miércoles, 10 de junio de 2009

Críticas del programa listos contra guapos

Anoche se estrenó en Telecinco, la cadena amiga (¿de quién?) un nuevo reality con una idea tan sencilla, potente como moralmente dañina: un reality llamado "Nadie es perfecto", que consiste en enfrentar a personas inteligentes contra tíos buenos. Yo no he visto más que vídeos sueltos pero ha bastado para dejarme flipada. En un vídeo, una de las guapas decía que Margaret Thatcher era una diseñadora (¿no os parece de un rococó encantador?), le preguntaban por tres ministros del gobierno español y decía "Zapatero, Bush y Rajoy" (ole), y cuando a un cachas le preguntaban qué es un epitafio, el tío ponía cara de "¿Eh?" y luego decía en plan chiquitistaní, "¿Epitafioorrr?"



Al parecer, a los plastas de siempre ya se les ha ocurrido la nueva telechorrada del verano: un realitichou en el que compitan listos contra guapos. Venía ayer en la prensa, de verdad, no me lo estoy inventando. En realidad, ni siquiera es nada original: como siempre, en los EEUU ya se ha hecho.¿Que no tiene gracia? Por supuesto que no. Pero es que tampoco tiene color: van a ganar los guapos, de calle. Vamos, yo lo tengo clarísimo.Ambas son cualidades innatas —aunque algo se pueda hacer por mejorarlas, claro—, pero la belleza despierta admiración y deseo, es un valor en alza. La inteligencia, en cambio, cotiza a la baja: todos creemos tener el capital suficiente. Como escuché en un bar: "la gente se queja mucho de su suerte, pero nunca de su inteligencia".Y es que, ¿quién quiere tener cerca a un "listo"? No, no al listillo que levanta la novia, te copia en el examen o te adelanta por la derecha, no a ese tampoco. Pero un listo, uno de verdad, capaz de analizar la situación, interpretarla y actuar en consecuencia; uno de esos que te va a dejar en feo al demostrar, aunque sea sin querer, que te da mil vueltas, que te gana en eficacia y que hasta sabe lo que vas a hacer mucho antes de que lo sepas tú. ¿Listos? No, gracias. Son mucho mejores los guapos. Bueno, en realidad, las guapas.Porque los que nos preocupamos de verdad por el asunto somos los varones. Las chicas —que también tienen lo suyo, pero menos— son capaces de ver más allá del envoltorio, y no es raro ver cómo se sienten atraídas por hombres brillantes de aspecto más bien ramplón: Es el atractivo de la inteligencia.Pero, como eso no tiene signos físicamente visibles, ni en el busto, ni en la cadera, ni en el trasero, pues a nosotros como que no nos hace tanto efecto, lo que viene a demostrar que, al menos en ese aspecto, las mujeres son mucho más espabiladas que nosotros.¿Que no? Fíjense hasta donde alcanza su superioridad, que una mujer medianamente inteligente es capaz de arreglarse de tal modo que resulte atractiva; una mujer inteligente es incluso capaz de superar las limitaciones estéticas y seducirnos utilizando simplemente el morbo. Sin embargo, un tío, por muy guapo que sea, tiene serias dificultades para no quedar como un zopenco en cuanto le den la más mínima oportunidad.¿Ustedes creen que Woody Allen o Fernando Savater tienen problemas para ligar? Y, por el contrario, ¿ustedes creen que la portavoz del gobierno tiene alguna posibilidad de pillar, aunque sea la única fémina en una convención de divorciados salidos? Pues es difícil calibrar quien es menos agraciado.Pensemos en la ya manida anécdota de Einstein y Marilyn Monroe; ¿se lo imaginan a la inversa, con Rodolfo Valentino entrándole a María Zambrano? ¿A Borrell poniéndole morritos a Cristina Almeida?Y es que esa combinación de belleza e inteligencia, así pensada, como de laboratorio, suena a experimentos de Mengele, por lo que da mucho yuyu. Lo de los cruces genéticos no es algo muy fiable; es divertido, sí —sobre todo si se pasa del "vitro" y se hace a la antigua usanza, a lo clásico–, pero no garantiza resultados.Aún así, seguro que hay personas capaces de ser bellas e inteligentes a la vez.Y ahora no estoy pensando en aquellos que dan una doble imagen, de capacidad intelectual y atractivo físico, como los actores, presentadores y demás fauna de los medios de comunicación. No, estos no cuentan, porque aunque digan —raramente, es cierto—, algo brillante, tienen detrás a alguien —muy oscuro, casi negro—, que se las ha escrito. Imaginen la historia romántica de un principito que escucha embelesado a una presentadora de televisión: seguro que se quedó prendado de su retórica, pensando: «¡Vaya! Si sus discursos son casi tan buenos y profundos como los míos!». Claro que, también ahí, se busca que las mujeres luzcan perfectas, a lo Teresa Viejo, mientras que, para los varones, con cualquier Carrascal o Sánchez Dragó sirve.Luego está también el asunto del gusto, porque, como dice la sabiduría popular, «el que a feo ama, guapo le parece». O sea, que lo mismo se trata de un problema de dioptrías y no nos hemos dado cuenta.Aunque también hay que tener en cuenta cómo entendemos cada uno la inteligencia; para esto yo conozco dos posturas, básicamente —aunque seguro que hay más—:Por un lado, los que sostienen que para ser inteligente hay que ser buena persona. Esta visión de la humanidad defiende que ser "bueno" no sólo es posible, sino más práctico, e incluso, la única postura inteligente ante la vida.En el rincón contrario, los que están convencidos de que las personas, cuanto más inteligentes son, más se aprovechan de los demás y se vuelven peores personas, siempre buscando el beneficio propio, o el mal por el mal. Curiosamente, esta reflexión siempre se la he oído a personas que me parecieron extremadamente inteligentes, aunque no tan malas personas.En fin, que les animo a todos, amigos lectores, a presentarse a ese concurso de la tele. Lástima, eso sí, que tendrán que ir todos en el equipo de los listos, y visto cómo funciona el rollo ese de la tele, no tienen bola que rascar: ganarán los guapos, seguro. Y cuanto más mala persona sean, más éxito tendrán. Lo mismito, lo mismito, que pasa en la calle.

Frívolos contra inteligentes
Tele 5 estrena esta noche ‘Nadie es perfecto’, un nuevo concurso en el que compiten seis ‘feos’ muy listos contra seis atractivos superficiales.
A. ABELEDO. 05.07.2007 - 00.10 h
Como si el mundo se dividiera en guapos tontos e inteligentes feos,
Tele 5 estrena esta noche el concurso Nadie es perfecto .
El nuevo reality está presentado por
Jesús Vázquez e intenta que un grupo de guapos frívolos se culturicen y que los cultos se preocupen un poco más por su estética.
Están divididos en dos grupos de seis personas (tres chicos y tres chicas cada uno) y tienen todos ellos un profesor particular.
Xavier Deltell , conocido por sus reportajes en Crónicas marcianas , entrenará al grupo de los guapos para que incrementen sus habilidades intelectuales.
Por su parte,
Ivonne Armand , actriz, presentadora de televisión y modelo, asesorará al equipo de los feos, cuyo objetivo es mejorar su aspecto físico.
Cada semana se les someterá a una serie de pruebas para comprobar los avances que van haciendo.
El equipo ganador sumará a la cuenta conjunta 6.000 euros, que se repartirán al final del concurso.
* Tele 5. Hoy, 22 h.
LOS CONCURSANTES
Los inteligentes
Berta Tenorio. Madrid, 27 años. Es profesora de alemán y estudia japonés. Es muy excéntrica.
Fernando Polo. Granada. 24 años. Es muy perfeccionista y trabaja como profesor de latín.
Cristina Blasco. Es programadora y bióloga. Lee cinco libros al mes y le apasionan las series.
Julio Embid. Madrid, 23 años. Es licenciado en Periodismo y Ciencias Políticas.
Sylviana Marti. Mexicana, 22 años. Ha estudiado Humanidades y, ahora, cine. Es solitaria.
S. González. Valencia. 28 años. Le encanta la economía y trabaja como asesor financiero.
Los guapos
Hanna Álvarez. Asturias, 20 años. Le encanta el cine y el deporte. Fue miss de su ciudad en 2006.
C. Hernández. Curro es granadino (22 años). Fue míster de su ciudad y es relaciones públicas.
Lucía Miranda. Tiene 22 años y es de Madrid. Su sueño es convertirse en Angelina Jolie.
Raúl Hidalgo. Valladolid, 25 años. Se define como «minimetrosexual». Es modelo y trabajó como actor.
Raquel Quero. Málaga, 25 años. Es modelo y bailarina. Le encanta ver la tele y salir de marcha.
Valmir Sousa. Brasil, 29 años. Trabaja como dependiente en una tienda de moda.

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